CONMEMORA OSUG LA OBRA DE GRANDES COMPOSITORAS
El Teatro Juárez y el Teatro Bicentenario fueron testigos del talento musical de las mujeres a lo largo de los siglos y en el presente. En el cuarto programa de su temporada, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) bajo la batuta de Grace Echauri, apreciada directora huésped, acompañada por el talento de Daniela Liebman, quien, con tan solo 22 años de edad, es reconocida internacionalmente por su creatividad ante el piano.
En la primera parte del programa, se rindió homenaje a dos de las más destacadas compositoras románticas, cuya genialidad ha logrado superar los obstáculos de género imperantes en su época y recibir actualmente el reconocimiento negado: Fanny Mendelssohn y Clara Wieck Schumann.
La primera obra fue Obertura en Do (1830), de Fanny Mendelssohn, única pieza orquestal de su catálogo que cumple con las características tradicionales en su tipo. Se calcula que la compositora creó alrededor de 400 obras, incluyendo piezas para piano, canciones, obras corales y un trío para piano. Muchas de estas fueron atribuidas a su hermano y la mayor parte permanecieron sin ser editadas. Cantatas, oratorios y escenas dramáticas siguen siendo desconocidas.
Entre algunos datos interesantes sobre la formación musical de Fanny, se sabe que recibió sus primeras lecciones por parte de su madre. Durante 1816, en París, fue alumna de Marie Bigot, entre otros destacados profesores. A excepción de muchas jóvenes, pudo disfrutar de algunos viajes familiares y conocer personajes importantes para su desarrollo artístico. Ya casada, realizó presentaciones como pianista y organizó varios eventos. Existe la leyenda de que era capaz de tocar íntegramente y de memoria obras de Bach.
Las galas continuaron con el Concierto para piano Op. 7, en la menor (1835), de Clara Wieck Schumann, obra conformada por tres movimientos contrastantes según el modelo clásico, aunque el tema ascendente del inicio se hace presente en el resto. El segundo movimiento tiene el espíritu de una canción y se desarrolla como un diálogo entre el piano y el violoncello. En el tercero, se combinan hábilmente los parámetros de la sonata y del rondó.
Hasta la fecha, se ha identificado que el primer movimiento se estrenó en 1834, cuya composición se desarrolló entre 1832 y 1833 cuando la artista tenía menos de 15 años. Se cree que una primera versión del concierto fue presentada meses después, aunque se considera que el tercer movimiento se agregó más tarde. El estreno completo y formal ocurrió al año siguiente interpretado por su autora.
Un caso excepcional fue el prestigio que Clara Wieck Schumann tuvo en vida, especialmente como intérprete, pues dicho estreno fue reseñado en periódicos donde se destacó la transformación de las melodías en pasajes fantásticos, además de la unidad poética. Con una trayectoria de casi seis décadas, la pianista participó en giras como ejecutante e interpretó esta obra con cariño pese a sus posibles imperfecciones.
La participación de Daniela Liebman fue fundamental en esta primera parte del concierto, dejando evidencia del talento que la ha llevado a ser solista con más de treinta orquestas en cuatro continentes. Destaca su debut internacional en 2013 en el Carnegie Hall con la Orquesta Sinfónica de Cámara de Park Avenue, además de su formación en The Juilliard School. En 2018, lanzó su álbum homónimo, cuya grabación de la Balada Mexicana, de Manuel M. Ponce, cuenta con más de 1.6 millones de reproducciones en Spotify y fue parte de la serie televisiva Aquí en la Tierra. En 2016 y 2017, fue nombrada una de las “40 mexicanas más creativas del mundo” y, en 2018, una de las “100 mujeres más creativas y poderosas” por la revista Forbes México, entre otros medios, como Vanity Fair; también es artista de Warner Classics y Yamaha.
En la segunda parte del concierto, imperó la energía de la música contemporánea y la maestría de dos compositoras mexicanas, Ana Lara y Gina Enríquez, con el estreno en Guanajuato de algunas de sus obras más destacadas.
Primeramente, en La víspera (1989), de Ana Lara, pudo apreciarse la unidad tímbrica y dinámica, el manejo de la orquesta por bloques y la técnica serial armónica con deslizamientos progresivos de una nota a otra y crescendos, influenciados por su periodo de formación en Polonia, luego haber sido instruida por Daniel Catán y Mario Lavista, y emprendido la misión de encontrar una voz propia.
Esta pieza fue nombrada posteriormente a su creación a partir del poema “Veglia”, de Giuseppe Ungaretti, cuyo espíritu ante la espera del día en una trinchera, según la autora, concuerda con el de la partitura. Su estreno fue en 1992 con la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Enrique Diemecke, en el Palacio de Bellas Artes.
Por último, el poema sinfónico de Gina Enríquez, Marfil (2011), inspirado en la pintura El marfil es de ellos, del artista conservacionista David Shepherd, a quien la compositora conoció cuando estudiaba en Inglaterra, conmovió a la audiencia y la llevó por un viaje de profunda reflexión. Con cinco movimientos ininterrumpidos, la obra denuncia la violencia que enfrentan las especies en peligro de extinción, a fin de inspirar una conciencia de respeto.
Al principio, los elefantes son presentados por los cornos franceses, mientras que los cazadores están personificados por las cuerdas. En el primer movimiento, “Son libres”, se muestra a la manada disfrutando un día tranquilo; en contraste, los violoncellos representan el acecho. En seguida, “La cacería” crece y se acelera para llegar a un gran clímax: “La Masacre”, donde se alcanza al macho más grande y se cortan sus colmillos.
Ahí se reexpone el tema por los metales y la tensión disminuye paulatinamente para dar paso a la dolorosa muerte del animal, cuyo latido se experimenta mediante los contrabajos y las percusiones. En el último movimiento, “La vida siempre triunfa” o “Marcha de los elefantes”, se introduce a la manada sobreviviente en una reserva protegida y los cornos, de pie, celebran su libertad.}
Esta obra fue estrenada en 2013 por la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional bajo la dirección de Gabriela Díaz Alatriste y ha sido presentada por varias orquestas nacionales y en Panamá. En 2016, Enríquez tuvo la oportunidad de dirigirla con la Orquesta Sinfónica de Puebla, misma agrupación que, en 2018, la grabó junto con otras de sus obras y está disponible en Spotify.
Con gran satisfacción, Grace Echauri compartió este homenaje junto a la OSUG, dejando evidencia de su compromiso con la música de nuestros tiempos y el talento de las mujeres, razón por la que ha recibido obras con dedicatoria y trabajado con compositoras y compositores internacionales. Su amplia carrera como mezzosoprano solista y operística, en adición a su trabajo orquestal como organista y pianista, le brindan una perspectiva única al dirigir; su versatilidad la ha puesto al frente de importantes conciertos masivos de música popular dentro y fuera de México incursionado con la música de jóvenes y consagradas cantautoras.
Entre las muchas experiencias y triunfos de Echauri, destaca haber recibido la Medalla Mozart de la Embajada de Austria (1996) y ganar el Concurso Internacional de Belcanto Vincenzo Bellini (1999). Su grabación de la Ópera Ildegonda, de Melesio Morales, recibió el Premio Michel Garcin Orpheé d’or 96, en Francia, como la mejor producción discográfica del año y realizó la primera grabación mexicana de la 8a Sinfonía, de Mahler, con la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
El próximo concierto de la OSUG corresponderá al primer programa de solistas de la temporada, a cargo del Ensamble Alma (flauta, fagot, violín y viola), el próximo viernes 14 de marzo a las 20:00 horas en el Teatro Principal, donde se interpretarán obras de Franz Joseph Haydn, Leticia Armijo, Felice Giardini, Nubia Jaime Don Juan y Beth Weiman, entre otras.
