Este sitio arqueológico se encuentra localizado en el municipio de Ocampo, en el extremo noroeste de Guanajuato, El Cóporo es un antiguo asentamiento agrícola que formó parte de la frontera norte de Mesoamérica, cuyo desarrollo ocurrió entre el período Clásico (200 a.C. a 600 d.C.) y el Epiclásico (600 a 900 d.C.).
El lugar se encuentra a una hora del municipio de León, ubicado a un extremo de la comunidad rural de San José del Torreón, no revela sus riquezas desde el primer momento, pues desde el Centro de Atención a Visitantes hay que tomar un transporte que acerque al visitante al cerro que da nombre a la zona arqueológica. Es ahí que se abre el pasaje a otros tiempos. Este sitio fue abierto al público en 2012 y es una de las cinco zonas arqueológicas en el Estado de Guanajuato.
De acuerdo a la estructura y emplazamiento de los restos arquitectónicos, así como la tipología y carácter de sus enseres domésticos y diseños decorativos, se sugiere una afinidad de El Cóporo con la región del Tunal Grande, espacio cultural que comprende parte de los actuales estados de San Luis Potosí, Zacatecas y Jalisco.
El Cóporo fue un centro de poder identificado como señorío, que controlaba 29 asentamientos menores distribuidos por el valle de Ocampo, donde además se encontraban las tierras de cultivo. Los recursos para el sustento de la población prevenían además de la sierra, el río y las lagunas dentro del valle.
Esta antigua ciudad mesoamericana es un centro ceremonial complejo, que integra edificios cívicos, plazas públicas, un probable juego de pelota y cientos de unidades habitacionales, que se perciben jerarquizadas, pero son parte de un solo asentamiento.
Durante su época de ocupación existía una compleja estratificación social compuesta por sacerdotes, gobernantes, una clase militar, administradores, comerciantes, alfareros, lapidarios y campesinos, entre otros.
Este asentamiento destaca por mostrar una adaptación a su entorno, así como una destacada planeación de sus distintos espacios, en función de su antigua cosmovisión. Es por ello que en la parte baja se concentraron los espacios públicos y habitacionales, los cuales eran considerados como la parte terrestre.
En cambio, a medida que se asciende a la cima, los espacios se reducen; ingresando a un ambiente íntimo y ceremonial considerado como la región celestial, más aún cuando es aquí donde se localiza el basamento piramidal, residencia del dios tutelar del sitio.
Los distintos conjuntos arquitectónicos que conforman este sitio se encuentran distribuidos tanto en la cima como en las laderas del cerro que da nombre al sitio arqueológico. Los arqueólogos han denominado a estos conjuntos como: Llano, Gotas, Montes, Puerto del Aire, Caracol y Pilar.
En la parte baja, el conjunto Llano exhibe los restos de distintas áreas públicas, áreas de carácter doméstico, así como testimonios de antiguos talleres. Sobre la ladera se ubica el conjunto Gotas y Montes, que son espacios de carácter cívico y administrativo, donde también es posible observar los restos de una zona residencial.
El conjunto Puerto del Aire, con su camino empedrado, sugiere el acceso a manera de peregrinación a las partes sagradas del lugar, por lo tanto el conjunto Cóporo, en la cima del cerro, es la zona ceremonial. Por su parte, en el conjunto Caracol vuelve a aparecer una área residencial y elementos restrictivos como las albarradas. Finalmente, en un cerro contiguo se encuentra el conjunto Pilar, el cual ostenta una plaza cívica.
Los materiales empleados en El Cóporo se componen de piedra careada para cimentación, muros de adobe y techumbres de barro; en cambio, las escalinatas y accesos son elaboradas con bloques de cantera; en los que es relevante la constante presencia de petrograbados, en los que predominan los motivos geométricos.
